lunes, 2 de julio de 2012

El verdadero talento

     Había dos amigos en un aldea perdida de Japón. Ambos eran campesinos y soñaban con ser Samurais, ambos practicaban todo el día con arco y flecha, tenían un arco y flecha rudimentario, fabricado por ellos mismos. Uno era un verdadero talento, otro no tenía talento alguno, a pesar de esto los dos practicaban sin cesar. El que no tenía talento se daba aires de gran tirador, no había ocasión alguna, en donde no hablara de su gran puntería, los otros campesinos que con ellos trabajaban, lo escuchaban atentamente y creían sus palabras, aunque nunca lo habían visto disparar, el otro nada decía y escuchaba su larga charla por horas. Cuando los dos amigos estaban solos, el charlatán le decía a su amigo que iba a ganar mucho dinero en el ejército y que su vida de campesino se iba a terminar muy pronto, el otro le decía que el tiraba al blanco porque se sentía libre de esa forma, pero que no esperaba demasiado de ello.
     Un día por ahí pasó el ejército que marchaba a la guerra, dijo, que era fama por ese lugar que había un gran arquero, los campesinos lo llevaron ante el charlatán, el general no le pidió prueba alguna y le entregó un hermoso arco, lo llevaron a una batalla cercana.
    El compañero que acertaba siempre en el blanco siguió practicando, unos días después llegó herido el amigo charlatán, con un soldado. Este le dijo, la verdad que este hombre no sabe disparar, una sola flecha.
   Sin embargo, los campesinos nos dijeron que usted también es arquero, si dijo el del talento, práctico con mi arco, trato de perfeccionarme. Bien ,dijo el soldado, ahora dispare a ese tronco, el campesino disparó y acertó, ahora dispare a aquel pájaro, como desplomado por un relámpago el ave cayó muerta. bien ahora dispare a su amigo, el campesino erró el tiro. No me cabe duda que usted es un excelente arquero y un hombre lleno de honor, que merece ser samurai, su amigo hubiera intentado acertar las tres veces, además de no tener talento no tiene honor, su falta de coraje hizo que perdiéramos un hombre en la batalla, pero usted sabiéndose mejor nunca intento humillarlo ni hacerlo quedar en ridículo, porqué lo hizo.
    Entonces , el del talento habló: un día mientras practicaba, pasó por aquí un monje Zen, mi amigo no estaba ese día practicando conmigo, el monje me vió disparar y me preguntó porque lo hacía, le contesté que hacerlo liberaba mi mente, me dijo que mi mente se expresaba en ese talento y agregó que si lo practicaba, sin buscar un objetivo inmediato lograría todo lo bueno que necesitaba. Mi amigo lo practicaba para irse algún día de acá, por momentos eso pasó por mi mente varias veces, pero empecé a descubrir que este arte me hacía feliz y que si esto era lo que yo tenía para darle al mundo, el mundo tarde o temprano me lo pediría.
     El del talento marchó con él ejército, fue arquero en muchas batallas y gano importantes victorias, ya en su vejez un día se encontró con aquel monje y decidió marchar a los monasterios a enseñar este arte, todos tenemos un talento para darle al mundo, hasta que el mundo nos necesite debemos practicar con humildad y respeto.

Fernando Morales

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