sábado, 4 de diciembre de 2010

El Viento Divino

“Este es el final de la historia de los 47 hombres leales
Salvo que no tiene final, porque lo otros hombres, que no
Somos leales tal vez, pero que nunca perderemos del todo
La esperanza de serlo, seguiremos honrándolos con palabras”
JLB






El viejo, les habló así: “ Hace mucho tiempo, tanto que ya no lo recuerdo, esta aldea que hoy es Satsuma, iva a ser arrasada por los Mongoles, bárbaros que todo lo vivo lo mataban e incendiaban. Estaban muy cerca ya, de las aldeas vecinas llegaba el olor nauseabundo de la carne quemada, cuando los viejos se reunieron en un último conclave, no había armas entre los pescadores, apenas una vieja lanza y una espada oxidada, no había rendición posible, estos enemigos venían a matar, implorando el socorro de los dioses, se sentaron a esperar la muerte.
Esa misma noche, un niño trajo de la mano a 7 guerreros samuráis, los viejos les imploraron su protección , como no tenían dinero pagarían con pescados y un campamento para que practicaran el arte de la espada.
Los Samuráis aceptaron y defendieron la ciudad, y luego se quedaron allí para siempre, así formó su ejército Satsuma”. Los niños lo escuchaban fascinados, uno de esos era Onishi y sus amigos, que esa noche soñaría que cabalgaba por las nubes con los guerreros, venciendo a unos demonios del mar que venían a matar a todos.
Cuando fueron hombres Onishi y sus amigos marcharon orgullosos a convertirse en soldados. El tiempo de la guerra aceleró todo y Japón caía sumido en un combate que no podía sostener mucho tiempo más. Onishi y sus compañeros pasaron de ser aviadores a convertirse en kamikazes, ese era un gran orgullo para ellos, los niños que soñaron ser Samuráis, ahora lo eran.
Onishi siempre fue el líder y ahora tenía a sus amigos a cargo, pero era un líder tan excelente, que nadie pensó en traicionarlo, ni dudo al acompañarlo en aquella última misión
En la base, supieron que iban a atacar Satsuma, y que al Imperio Japonés no le interesaba defender esa posición, esa noche se convertirían en los Samuráis que llegarían a defender a los suyos, partieron de la base rumbo a su ciudad, el combate era desigual, pero ellos no le temían a la muerte, ya se consideraban muertos para salvar a los indefensos.
El porta-aviones Norteamericano , venía a probar suerte con un blanco fácil, una ciudad pequeña sin bases militares cerca, otra vez no había rendición posible, el enemigo venía a matar.
Onishi y sus 6 amigos volaron de noche, 7 halcones a la caza de su presa, sus naves pequeñas no fueron tenidas en cuenta, como antes llegaron de noche, a advertir a los suyos.
Los pequeños aviones Zero y su carga mortal eran ahora, las viejas lanzas y espadas, un niño los ve aterrizar y los lleva con su padre, beben Saque y le entregan cartas finales para todos los familiares que vivían allí, el hombre humilde le da al capitán Onishi, el único tesoro de su familia, una katana auténtica que dicen que había pertenecido a aquellos guerreros que los defendieron de los mongoles.
Es el momento de la batalla, vuelan cerca del blanco, batir de ametralladoras, caen tres sin poder acercarse, ahora son solo cuatro y no pueden fallar, en el segundo asalto uno se estrella contra el puente de mando, suenan sirenas, no hay mucho tiempo. Tercer asalto, ahora solo quedan onishi y uno más, otro impacto en el puente de mando, ametralladora, Onishi sangra, sus ojos se nublan, tiene una visión pasajera, ve a los samuráis cabalgando sobre las nubes, última maniobra, Onishi se estrella en la pista de aterrizaje tiene dos bombas, el fuego es una gran ola, el barco norteamericano se hunde, casi sin poder defenderse, es la hora más oscura de la noche, la que precede a la luz.
Nace el Sol, y con sus rayos vuelve a las blancas nubes, rojas de sangre, los héroes lo lograron.
Onishi dejó una carta, dice que ya no habrá más temerarios, Japón se rinde el 2 de Septiembre de 1945. Solo queda flotando sobre el Mar, el último Haiku del Capitán Onishi, “Renovadora, después de la violenta tormenta, sube resplandeciente la Luna”.

2 comentarios:

  1. Magnífico, hasta las lágrimas. No puedo decir nada más.

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  2. Gracias por tu cometario, amor, se que te gustó de verdad

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